10 de abril de 2010
El aire filtra la música
que hacen los huesos de la tierra
al resquebrajarse;
Llueve tiempo en los rincones
del ocaso que se avecina...
Suspiro de a ratos la tinta
de una melodía inaudible
que se hace virgen y santa
al rozar su piel con la túnica
del silencio que me embriaga,
y descubro que se acerca a pasos
agigantados la muerte de vos en mí;
Entonces aspiro la brisa etérea de semejante agonía,
humedezco mis labios resecos
y me dedico a desvanecerme en los laberintos
de ésta noche sin tu cuerpo...
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