18 de octubre de 2010

Poeta

Los sonidos que se mezclan                                 

en los compases del viento
me abrazan el alma
y me la fecundan con las palabras
que aún tengo que decir;


Una granada de mano explota
en mis pupilas y me avienta de rodillas
hacia la silueta del Universo que reposa lejano.


Me duele el pecho de puro suicida
emocional que soy, nada más.



La victoria inaudita de ser un juglar
me arranca desde adentro hasta las
fibras más intimas del ser para volcarlas
en un papel;


Me desnuda,
me saborea el cuerpo y el aura
y me deja en carne viva fumando
despreocupado frente a ocasos de colores nuevos;


No le temo a la disección de mi anatomía
y sus planos intangibles,


Soy el triunfo de las frases que colapsan
en mis tímpanos,
soy la síntesis de este encuentro con
el dios que medita en mi centro,

Soy un poeta…
La soledad es una bohemia de guante blanco;                      

Una mujer transparente
Con curvas de lluvia
y aroma a otoño recién nacido,


La soledad es mi rostro a contra luz
destellando la nostalgia
de frases sin destinatario,


Un pájaro nocturno de vuelo arrasante,
Que se pierde en la lejanía de los horizontes
Que aún no he besado,


La soledad es un destierro agridulce,
Una prosa incompleta de palabras
No encontradas,

Un sueño inconcluso aún sin soñar.


La soledad es esta tarde gris.
Es el humo de mi cigarro que se contornea
Solitario jugando con los destellos
De mi habitación vacía,


Es el eco profundo de un nombre ausente,
Es la lujuria de ésta botella venenosa que me acompaña
Silente,


La soledad es la noche que amenaza feroz
Despuntando en el ocaso naranja que tiñe
Mis letras,


La soledad soy yo sin vos.


Es mi cuerpo sin tu piel,
Son mis ojos sin tu aliento.


Es un refugio de sábanas en agonía,
Un abismo,
La voz que retumba en los vértices
De un colchón gigante.


La soledad es una borracha silenciosa,
Una fina voyerista de manías impecables,
Una loca suicida de elegante corset.


La soledad son mis manos sin la tela
De tu cuerpo,
Es este poema,
El inesperado viaje sin retorno
Hacia los contornos de grotescas
Formas nunca vistas,


La soledad es no tener ganas de nada,
Es cenar con el espectro del paso de los días,
Es desayunar con el fantasma de las horas y su pérfida sinfonía,

Es la fábula del tiempo que corre sin riendas,
Es la tinta de mi lapicera que se apaga…

La soledad soy yo sin vos.
Tan simple como eso.


Es una canción de lágrimas gélidas,
Es un invierno de frazadas de seda,
Es una muerta viviente
Guapa y fulana como nadie


Una arrabalera graciosa,
Un juglar entrenado,
Una afrodita de enaguas mojadas,


Es una guacha iluminada,
Ilustre,
Erudita como pocas
Una ventrílocua de vos ronca,
Una sarcástica ascendida que clava desde adentro,


La soledad es una amiga cobarde
Sin rostro y sin aura,


Es ésta madrugada de llovizna copiosa
Que se me viene sin telefonear primero
Vestida de demonio blanco
Para recordarme que no estás…

" Obituarios"

Llueve.

Arremeten los sonidos que duermen
en el silencio y colapsan inclementes
en las vestiduras de mi alma;



Un perfume efímero que
se disfraza de poeta arrasa con mi cordura
y me somete a las manías del olvido,


Ese falso profeta de versículos tacaños…


Parece que sueño apostado en los vértices de
Mi habitación vacía;
Un vaso añejo de bebida barata hace de sacro patrono
escuchando mis bohemias y elijo, voluntariamente,
suicidar los recuerdos de vos en mí
desollándome el aura con los vestigios de tu mirada
que aún insiste en no abandonarme;


Y pasa de largo el embrujo del agua pura
que cae furiosa sobre las tejas de mi refugio,


Y no se quedan a deambular conmigo los
Suaves acordes de ésta tarde y su nueva primavera…

Me quedo solo;
Escribiendo el obituario de mi amor y su agonía.

19 de abril de 2010

El silencio se aparea
con la noche
entre los acordes de una
palabra filosa.

Andan como vampiros hambrientos
los pájaros noctámbulos
velando por los muertos
que se pasean sin ropa;

Se asemeja a un infierno
mi desdicha sin testigos.

Ando descalzo
entre las brasas de la locura,
deambulando como un loco
en busca de tu beso
y la curva de tu espalda...

11 de abril de 2010

Furia;
Arremeten los corceles sin rostro del falso profeta llamado
entendimiento;
El silencio que grita golpea los tímpanos con estruendosas
cadenas brutales;
La revolución sin causa en el pecho que colapsa;
La sombra;
La epopeya de querer encontrarse entremedio de semejante crucificción.
Afuera de la ventana el aire cálido empaña
las copas de árboles celestes y dibuja rostros de ninfas en las estrellas que amanecen;
Yo me desintegro en la nicotina del atardecer que se duerme en las pantorrillas de la luna que se asoma;
Decido vaciarme hasta el alma
y encontrarme de nuevo cosechando frases en los campos fértiles de tu piel que me rodea....
La humedad de la tierra me acribilló el paso
mientras me desplazaba a recibir el adios de la noche y el perfume del día;
Anduve por laberintos sin curvas, dormida y levitando
por toda la casa;
Enjuagando memorias innecesarias en un cántaro de
agua transparente;
Disfrazándome de los colores de una luna ausente,
desencriptando del tiempo las palabras que aún no he dicho...

10 de abril de 2010

Amanece en calma;
Fue pérfida la sinfonía de la noche
y sus sonámbulos sin luz,
Macabro el esplendor de la luna
y sus sortilegios de amores sin sábanas;
Deambulé cabalgando sobre líneas de minutos muertos,
pisando la tenue transparencia de espectros sin jaula,
sin tinta en los dedos,
con la mirada fija en mí para no perder el aura
en la bocadana tibia de la oscura dama
y sus duendes de ajenjo...






El aire filtra la música

que hacen los huesos de la tierra
al resquebrajarse;


Llueve tiempo en los rincones
del ocaso que se avecina...


Suspiro de a ratos la tinta
de una melodía inaudible
que se hace virgen y santa
al rozar su piel con la túnica
del silencio que me embriaga,


y descubro que se acerca a pasos
agigantados la muerte de vos en mí;


Entonces aspiro la brisa etérea de semejante agonía,
humedezco mis labios resecos
y me dedico a desvanecerme en los laberintos
de ésta noche sin tu cuerpo...



9 de abril de 2010

Amores de Adentro                             

Los lánguidos acordes del silencio

han tachado su mágica danza
en la sinfonía del paisaje
que me rodea;
me he vuelto un errante de lágrimas de hielo...
Un santo apócrifo que despotrica
tu nombre hacia las distancias
del horizonte;
me he vuelto un callado camino con el corazón empedrado...
Vacilo ante la llovizna que procura
lavarme el alma de penas
que ya son espinas;
Y me vuelvo pequeño frente
al reflejo de tu mirada,
que al desvanecerse me deja
cautivo en las huellas miserables
de este olvido.


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Luna difusa,
silencios de siempre,
aullidos que transpiran por el costado abierto
de esta noche en vela;
Y tu aura colándose por los poros
de mi piel exhausta,
tus manos invisibles recorriendo
el camino indeleble de los besos
que me dejaste en el cuerpo,
tu mirada ausente calcando
mi sombra en el reflejo sutíl
de tu perfume efímero;
Vientos que van,
brisas que vuelven.
Y esta frase volátil circuncidando mis labios:
tu nombre,
siempre tu nombre...


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Estoy dejándome apabullar
por una lógica absurda:

La incoherente vorágine del sin sentido.


Sin razón busco una razón;
Alguna que me mantenga
intacto frente a tus
maneras desconcertantes.


Por ahora,
te dejo momentáneamente
dormida en mi silencio;


Me voy a buscar
nuevos argumentos
para el amor que me apodera...


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Sutíl embrujo el de la noche
que lentamente pisan mis pies descalzos;
corazones ausentes han respondido
al llamado de mi memoria,
mientras yo fumo en calma,
apostado en el regazo
del olvido que impunemente
me abraza.


A este olvido debo decirle
que amé;
como un suicida
de corazón a la intemperie,
como un loco
entregado a la voragine
impetuosa de las mareas del amor,


decirle que quisiera
jamás perderme en los
trazos de lo vivido y atesorar
como un avaro las pieles
que aún insisten en no abandonarme,


que quisiera encontrar
en mi pecho la palabra para definir
la travesía recorrida;


que quisiera me deje
un suspiro que no se desarme
con el tiempo,
o un poema digno que retrate
la belleza de mi viaje
en los valles del amor.


Afuera la noche,
funde su aura con las
frases sin dueño
que deambulan en su seno,
sacude los cimientos endebles
de falsas promesas
y miradas vacías sin destinatario,


y yo intento
dibujar en tinta y en papel
los capítulos de ésta bitacora
y mi sendero peregrino.


No quiero la anestesia del olvido,
escribo;
no quiero el hechizo del tiempo que se escapa,
si de los amores tengo éste cuerpo luminoso
y ésta mi alma en agonía;


¡ Bendita la muerte y la resurrección
del corazón que ha latido!


Soledad mía,tan mía;
que no me nuble la vista
este verdugo insensato,
que no quebrante mi espíritu
su espada de hierro invisible,


que no atemorizen mis ganas
su arrasante marea impetuosa,
que no devasten mi poesía los caballos
indomables que viajan en sus vientos.


Soleda mía,tan mía.
Corazones ausentes han respondido;
de ningún reclamo tenemos que ponerlos al tanto,

de ningún reproche en medio del llanto;


brindemos con ellos
celebremos el encuentro
fumemos en calma
escribamos sonetos

Y que el olvido
pase de largo esta noche con su oscura sotana,
pués todavía no ha llegado
el momento
de que le entreguemos el alma...


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 Me provoca éxtasis esta autopsia de mi sentir,
no le temo a la desnudez,
ni al tiempo,
ni a mi propio tiempo.
Ando buceando la irrealidad sin párpados que me nublen el paisaje;

ando tratando de encontrarme para sintetizar una palabra,
ando tratando de encontrarme,
para encontrarte...







Las Damas del silencio y sus breves episodios

Primer Episodio
Un beso, todos los besos

Ana camina sigilosamente como todas las noches a través de la penumbra del pasillo.

Lleva su lámpara de luz tenue rompiendo el espeso vapor de la oscuridad;
El destello de su pupila se asemeja a un gato nocturno, ávida, casi feroz.
Sus pasos no retumban en el lustre del piso que marca su camino.
El corazón late cómplice, callado.
De vez en cuando un suspiro de brisa colándose intrépido por un ventanal le acaricia el cabello despertando algunas particulas inofensivas de la noche...


Ana parece un ráfaga sutil de aire en primavera;
Un testigo fantasmal del silencio y sus misterios.
Llega de repente. Sin darse cuenta.
Sucede que ha aprendido ya a impregnarse de la belleza quieta del trayecto.
...La habitación de Victoria es un santuario apócrifo de miradas intercambiadas que se disfrazan de la luz y del día.


Ana abre la puerta cautelosamente.
Victoria duerme;
Flota en los vértices del techo como una ninfa sin bosque verde.
Ana sonrie.
Nada ama más que sorprenderla sobre las alas del cielo sin sol....




Victoria llueve agua que brilla.
Llueve y moja las raices de la tierra y humedece las cuevas del Mar.
Nadie sabe que Victoria viene de otro mundo.
Del mundo de los valles de cielos plateados.
Ama la noche porque ésta susurra murmullos que no llegan a los tímpanos sin alma;
Ama la noche porque flota como una ninfa sin bosque verde en los vértices de su habitación callada;
Ama la noche por Ana y su trayecto de belleza quieta....




Ana sueña de vez en cuando.
Sueña con la tierra de su amada que duerme;
Con el horizonte del azul de sus ojos y con la transparencia de su cuerpo etéreo...
Nadie sabe que Ana viene de otro mundo.
Del mundo de los valles de cielos plateados.
Ama la noche.
Ama ésta noche y la belleza quieta del pasillo,


Lleva un beso agazapado en los labios que por primera vez ,va a cruzar el umbral del santuario apócrifo de miradas intercambiadas que se disfrazan de la luz y del día.
El corazón ya no quiere quedarse cómplice y lejos mirando de afuera al amor flotar en los vértices del techo.

Ana llueve.
Llueve y moja las flores de la tierra y humedece las olas que se escapan de las cuevas del Mar...



...Los labios son tímidos.
Se acercan despacio, muy despacio.
Se rozan sin palabras...No hay palabras.
Un beso, todos los besos.
Ana ya no es un testigo fantasmal del amor en la puerta...
Victoria ya no es una ninfa sin bosque verde...

8 de abril de 2010

La catarsis




La catarsis instantánea.
El suspiro que viene viajando desde las entrañas hasta el plexo se lleva el herrumbre del mundo que se devasta.
Gota a gota;
Como un iceberg a pleno sol naciente.
Es en el cuerpo pero también en el alma en donde reflejo la metamorfosis inminente;
Parezco un mutante ensayando la consecuencia final de la desintegración.
El vacío que me abraza parece un eclipse.
El final de una era.
La muerte.
Un ciclo que termina y no más.
Podría tal vez pretender una última gran palabra antes de comenzar a pulir mis zapatos en nuevos caminos;
Pero no he encontrado aún el momento exacto para dejarme crucificar por semejante construcción sintáctica;
Requiere de calma real escudriñar en la garganta para parir un adiós acorde a las circunstancias.
Mientras tanto me iré abandonando como un vagabundo al vaivén de las emociones que amenazan explotarme en la respiración; luchar para evitarlo no sería oportuno;
Pretendo inmolar hasta los huesos en este salto cuántico en dónde estoy dejando nada más ni nada menos que a un amor importante.
Mañana tal vez la luz de nuevos vientos me regale un segundo frente a mis escombros y pueda capturar en la retina mi vieja imagen pariendo sueños frescos.

10 de marzo de 2010

Suspiros del día que prescriben ante la fábula que emerge de la musa nocturna;
Un grito lejano, un aullido tal vez;
Este corazón que no se deja seducir por el perfume reparador
de sábanas blancas;
Mi lapicera ebria de tinta;
El humo de mi cigarro trazando formas extrañas sin alma;
Las paredes de mi habitación reflejando espectros que deambulan sin rumbo pero en calma;
Las imágenes que se atropellan hilarantes sobre la comisura de mis labios buscando existencia;
Mi cuerpo transparente brotando la lujuria de palabras encontradas;
Mis dedos seduciendo a la bohemia de una melodía inaudible;
Y la noche y su reino de sonámbulos que sueñan....

9 de marzo de 2010

Son las once de la noche.
Se filtra una brisa que amenaza frescura por el entretelón de las cortinas en mi ventana.
Afuera hace silencio. El silencio estruendoso de la noche en vela.
Acabo de descontracturarme la anatomía pensando que tal vez mañana, cuando el sol del alba venga a llevarse los sortilegios de su hermana oscura pueda tal vez encontrar en un destello fugaz, casi imperceptible, una palabra poeta, dicha o no, que socave desde adentro de mi pecho una nueva bitacora para seguir andando...
…” Buscar en el hondo silencio el instante fútil de la aclamada existencia en uno mismo;
A veces deliro sin pausas acerca del devastador acontecimiento de la extinción de mi carne y me regocijo hasta el éxtasis en la hazaña alucinatoria…quiero emigrar hacia el punto primordial de mi eternidad y volverme un suspiro omnipresente…



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El paseo del alma comienza en la profunda apreciación de este bizarro holograma: Vida o como se llame el retazo de este encuentro con el Dios de adentro.




La existencia…la inestable continuidad alimentada a fuerza de fragmentos, supuestos y reales. Quisiera volver a los parajes del mundo conocido cuando sorbía los tragos de la inmortalidad…
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La voluptuosa continuidad de los días;
La muerte irreverente de los sentidos que perecen entre los acordes de la sinfonía que hacen las horas al pasarse;
Mi imagen a contra luz en los vértices sin forma y este pasaje sin devolución a ninguna parte. Tiempo…