9 de abril de 2010

Las Damas del silencio y sus breves episodios

Primer Episodio
Un beso, todos los besos

Ana camina sigilosamente como todas las noches a través de la penumbra del pasillo.

Lleva su lámpara de luz tenue rompiendo el espeso vapor de la oscuridad;
El destello de su pupila se asemeja a un gato nocturno, ávida, casi feroz.
Sus pasos no retumban en el lustre del piso que marca su camino.
El corazón late cómplice, callado.
De vez en cuando un suspiro de brisa colándose intrépido por un ventanal le acaricia el cabello despertando algunas particulas inofensivas de la noche...


Ana parece un ráfaga sutil de aire en primavera;
Un testigo fantasmal del silencio y sus misterios.
Llega de repente. Sin darse cuenta.
Sucede que ha aprendido ya a impregnarse de la belleza quieta del trayecto.
...La habitación de Victoria es un santuario apócrifo de miradas intercambiadas que se disfrazan de la luz y del día.


Ana abre la puerta cautelosamente.
Victoria duerme;
Flota en los vértices del techo como una ninfa sin bosque verde.
Ana sonrie.
Nada ama más que sorprenderla sobre las alas del cielo sin sol....




Victoria llueve agua que brilla.
Llueve y moja las raices de la tierra y humedece las cuevas del Mar.
Nadie sabe que Victoria viene de otro mundo.
Del mundo de los valles de cielos plateados.
Ama la noche porque ésta susurra murmullos que no llegan a los tímpanos sin alma;
Ama la noche porque flota como una ninfa sin bosque verde en los vértices de su habitación callada;
Ama la noche por Ana y su trayecto de belleza quieta....




Ana sueña de vez en cuando.
Sueña con la tierra de su amada que duerme;
Con el horizonte del azul de sus ojos y con la transparencia de su cuerpo etéreo...
Nadie sabe que Ana viene de otro mundo.
Del mundo de los valles de cielos plateados.
Ama la noche.
Ama ésta noche y la belleza quieta del pasillo,


Lleva un beso agazapado en los labios que por primera vez ,va a cruzar el umbral del santuario apócrifo de miradas intercambiadas que se disfrazan de la luz y del día.
El corazón ya no quiere quedarse cómplice y lejos mirando de afuera al amor flotar en los vértices del techo.

Ana llueve.
Llueve y moja las flores de la tierra y humedece las olas que se escapan de las cuevas del Mar...



...Los labios son tímidos.
Se acercan despacio, muy despacio.
Se rozan sin palabras...No hay palabras.
Un beso, todos los besos.
Ana ya no es un testigo fantasmal del amor en la puerta...
Victoria ya no es una ninfa sin bosque verde...

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